No hace falta decir que la política no es sencilla. Sin embargo, incluso los profanos en la materia pueden observar algunas tendencias interesantes que se repiten con regularidad. Una de las que más nos afectan es la alternancia constante entre el partido en el poder y el partido de la oposición prácticamente en cada elección parlamentaria. Por supuesto, hay razones para ello.

La primera es, por supuesto, la propia posición de la oposición. Así, los partidos de la oposición pueden señalar los errores del Gobierno actual y decir a los ciudadanos cómo resolverían esos problemas si estuvieran en el poder. En cambio, el partido en el poder no suele cumplir ni siquiera una parte sustancial de su programa electoral. Por tanto, no es de extrañar que la gente se frustre y vote a la oposición con la esperanza de que las cosas cambien. Por desgracia, no ha sido así, y en las próximas elecciones volverá a ocurrir lo mismo.

El problema es que nuestro país básicamente no tiene hacia dónde moverse ni económica ni políticamente debido a este constante carrusel. Cada nuevo gobierno pasa la primera mitad de su mandato intentando deshacer las regulaciones del gobierno anterior o limar sus «errores», a menudo tomando medidas impopulares pero necesarias. Sin embargo, antes de que esto pueda suceder, se celebran nuevas elecciones, que dan lugar a un cambio prácticamente total de política. Entonces, todo el proceso vuelve a empezar.

Ciertamente, esta tendencia no es exclusiva de nuestro país. Por supuesto, a esto no ayuda el hecho de que prácticamente todos los políticos, independientemente de su partido u orientación política, a menudo no se preocupan por mentir a sus electores o aceptar sobornos, ya que su primera prioridad es el dinero y mantener su propia posición. Por supuesto, esto sale a la luz de vez en cuando y surgen escándalos políticos.

¿Hay alguna forma de detener esta evolución? Sí, pero requiere la voluntad tanto de los votantes como de los políticos. Y, por desgracia, no hay voluntad por ninguna de las dos partes. Especialmente en relación con la forma en que los políticos intentan a menudo dividirnos. Eso es muy lamentable.